La importancia del perdón

enero 23, 2011 at 11:36 pm (Uncategorized)

El perdón no es aquel acto misericordioso con el otro de liberarlo de la culpa, como nosotros creemos. La ilusión nos hace buscar un culpable allá afuera.  El perdón aunque parezca una acción dirigida hacia el exterior, es una liberación de las ataduras con nuestros recuerdos. Perdonando nos liberamos de las memorias de dolor y rompemos los cordones invisibles que nos atan a las situaciones, personas y cosas del pasado. Cuando le negamos el perdón a alguien por todo el daño que nos ha causado, no somos libres, estamos cargados, llevamos un moral a cuestas… y ese peso poco a poco nos roba la energía. Creemos que con nuestro resentimiento estamos castigando al otro pero únicamente nos dañamos a nosotros.

No existe nada allá afuera, el otro es una proyección de nuestra culpa por habernos creído lo que nos dijo o hizo. No asumimos que nadie nos hace nada, nosotros permitimos, nosotros creamos con nuestras creencias, nosotros manipulamos la realidad sin percatarnos de ello. Nosotros nos creamos el sufrimiento, nadie allá afuera tiene el poder si tú no lo permites. Nadie puede ingresar en tu mundo interior. Durante la vida creamos lazos invisibles con las personas y nos unimos con quienes encajan exactamente en el modelo mental que necesitamos para desempeñar nuestro rol acorde con nuestras creencias. Las situaciones que se nos presentan en la vida, fueron creadas por nuestro subconsciente, donde yace la información de toda nuestra existencia, de nuestros ancestros y del inconsciente colectivo.

El acto de perdonar no resulta fácil porque de veras nos creemos víctimas, y por lo tanto proyectamos nuestro malestar en el otro o en la situación. Es una ilusión creer que las cosas simplemente nos suceden, porque no hay una correlación en el tiempo desde el momento en que pensamos algo y su manifestación. Cuando asumimos realmente que nosotros somos los creadores, el resentimiento se desvanece como una pompa de jabón.

Resulta difícil e inverosímil creer que nosotros mismos nos creamos tantas situaciones dolorosas. Todos nuestros pensamientos tienen el poder de materializarse incluso aquellos pensamientos fugaces que pasan por nuestra mente o han pasado en algún momento sin ni siquiera percatarnos. Estamos acostumbrados a evitar el auto observarnos, y no nos acordamos en que pusimos nuestra atención. Pasamos por la vida evadiéndonos y sin darnos cuenta nos convertimos en aquello que pensamos y hacemos que nuestras experiencias vividas nos den la razón entonces nos ocurre todo aquello que creemos porque lo creamos. Cosechamos todo lo que sembramos. Cuando perdonamos la energía atascada asociada con hechos relacionados con otros es liberada, nuestros sentimientos y emociones cambian y nosotros somos los beneficiados. Nuestro entorno también se ve afectado. Todo lo que le hacemos al otro nos lo estamos haciendo a nosotros, y todo lo que nos hacemos tiene el poder de transformar nuestro entorno. El perdón lo transforma todo, alza la vibración de tu energía de un estado de amargura y aislamiento a un nivel de paz y unión, y te acerca a estar en sintonía con el universo y con la máxima expresión del amor.

Toma conciencia que tú eres el creador y permítete optar por vivir en paz. Puedes hacer una revisión de quién te ha lastimado y decide cortar el cordón con la situación, la persona o la cosa y asume la responsabilidad que todo ese dolor que está dentro de ti solo tú te lo infringes y tu lo ocasionaste. Todo se reduce a unas creencias, a unas memorias, a unos pensamientos….y todo esto se puede cambiar. ¿Tienes aun resentimientos con tu familia por la manera que te criaron? Cada ser humano toma la decisión de cómo reaccionar ante una misma situación, algunos son afectados, y otros no, las experiencias de tu vida tu decisdistes experimentarlas… ¿Tu pareja o tus relaciones te han ocasionado dolor? Tu decidistes creer y crear esa situación, y si aun te perturba, tu la mantienes viva en tus memorias., porque solo tu decides la experiencia que quieres vivir. No hay nada afuera. Tú tienes la llave de esa prisión. Tú eres el carcelero. Puedes dejar salir aquello que tú creaste. Puedes desatar el nudo y amar otra vez tan solo necesitas tomar consciencia que solo TE PERDONAS A TI, por haber juzgado, por haber sufrido, por haber creído todo lo que está dentro de tus memorias y al perdonarte te estás cuidando , te estás amando y te estás sanando. Es a ti a quien tienes que perdonar, tan solo asume esa responsabilidad, de que todo daño causado, eres tú que te lo has ocasionado y déjalo ir…

Enlace permanente Deja un comentario

Sé impecable con tus palabras

enero 13, 2011 at 11:19 pm (Uncategorized)

El Primer Acuerdo consiste en ser impecable con tus palabras. Parece muy simple, pero es sumamente poderoso. ¿Por qué tus palabras? Porque constituyen el poder que tienes para crear. Son un don que proviene directamente de Dios. En la Biblia, el Evangelio de San Juan empieza diciendo: «En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios».

Mediante las palabras expresas tu poder creativo; lo revelas todo. Independientemente de la lengua que hables, tu intención se pone de manifiesto a través de las palabras. Lo que sueñas, lo que sientes y lo que realmente eres, lo muestras por medio de las palabras.

No son sólo sonidos o símbolos escritos; son una fuerza. Constituyen el poder que tienes para expresar y comunicar, para pensar y, en consecuencia, para crear los acontecimientos de tu vida. Puedes hablar. ¿Qué otro animal del planeta puede hacerlo? Las palabras son la herramienta más poderosa que tienes como ser humano, el instrumento de la magia. Pero son como una espada de doble filo: pueden crear el sueño más bello o destruir todo lo que te rodea. Uno de los filos es el uso erróneo de las palabras, que crea un Infierno en vida. El otro es la impecabilidad de las palabras, que sólo engendrará belleza, amor y el Cielo en la Tierra.

Según cómo las utilices, las palabras te liberarán o te esclavizarán aún más de lo que imaginas. Toda la magia que posees se basa en tus palabras. Son pura magia, y si las utilizas mal, se convierten en magia negra. Esta magia es tan poderosa, que una sola palabra puede cambiar una vida o destruir a millones de personas…

…La mente humana es como un campo fértil en el que continuamente se están plantando semillas. Las semillas son opiniones, ideas y conceptos. Tú plantas una semilla, un pensamiento, y éste crece. Las palabras son como semillas, ¡y la mente humana es muy fértil! El único problema es que, con demasiada frecuencia, es fértil para las semillas del miedo. Todas las mentes humanas son fértiles, pero sólo para la clase de semilla para la que están preparadas. Lo importante es descubrir para qué clase de semillas es fértil nuestra mente, y prepararla para recibir las semillas del amor…

…Teniendo en cuenta el pavoroso poder de las palabras, debemos comprender cuál es el poder que emana de nuestra boca. Si plantamos un miedo o una duda en nuestra mente, creará una serie interminable de acontecimientos. Una palabra es como un hechizo, y los humanos utilizamos las palabras como magos de magia negra, hechizándonos los unos a los otros imprudentemente. Todo ser humano es un mago, y por medio de las palabras, puede hechizar a alguien o liberarlo de un hechizo. Continuamente estamos lanzando hechizos con nuestras opiniones. Por ejemplo, me encuentro con un amigo y le doy una opinión que se me acaba de ocurrir. Le digo: «iMmmm! Veo en tu cara el color de los que acaban teniendo cáncer». Si escucha esas palabras y está de acuerdo, desarrollará un cáncer en menos de un año. Ese es el poder de las palabras.

Durante nuestra infancia, nuestros padres y hermanos expresaban sus opiniones sobre nosotros sin pensar. Nosotros nos creíamos lo que nos decían y vivíamos con el miedo que nos provocaban sus opiniones, como la de que no servíamos para nadar, para los deportes o para escribir. Alguien da una opinión y dice: «¡Mira qué niña tan fea!». La niña lo oye, se cree que es fea y crece con esa idea en la cabeza. No importa lo guapa que sea; mientras mantenga ese acuerdo, creerá que es fea. Estará bajo ese hechizo. Las palabras captan nuestra atención, entran en nuestra mente y cambian por entero, para bien o para mal, nuestras creencias…

…Veamos ahora lo que significa la palabra «impecabilidad». Significa «sin pecado». «Impecable» proviene del latín pecatus, que quiere decir «pecado». El prefijo im significa «sin», de modo que «impecable» quiere decir «sin pecado». Las religiones hablan del pecado y de los pecadores, pero entendamos qué significa realmente pecar. Un pecado es cualquier cosa que haces y que va contra ti. Todo lo que sientas, creas o digas que vaya contra ti es un pecado. Vas contra ti cuando te juzgas y te culpas por cualquier cosa. No pecar es hacer exactamente lo contrario. Ser impecable es no ir contra ti mismo. Cuando eres impecable, asumes la responsabilidad de tus actos, pero sin juzgarte ni culparte. Desde este punto de vista, todo el concepto de pecado deja de ser algo moral o religioso para convertirse en una cuestión de puro sentido común. El pecado empieza con el rechazo de uno mismo. El mayor pecado que cometes es rechazarte a ti mismo. En términos religiosos, el auto-rechazo es un «pecado mortal», es decir que te conduce a la muerte. En cambio, la impecabilidad te conduce a la vida. Ser impecable con tus palabras es no utilizarlas contra ti mismo.

Si te veo en la calle y te llamo estúpido, puede parecer que utilizo esa palabra contra ti, pero en realidad la utilizo contra mí mismo, porque tú me odiarás por ello y tu odio no será bueno para mí. Por tanto, si me enfurezco y con mis palabras te envío todo mi veneno emocional, las estoy utilizando en mi contra. Si me amo a mí mismo, expresaré ese amor en mis relaciones contigo y seré impecable con mis palabras, porque la acción provoca una reacción semejante. Si te amo, tú me amarás. Si te insulto, me insultarás. Sí siento gratitud por ti, tú la sentirás por mí. Si soy egoísta contigo, tú lo serás conmigo. Si utilizo mis palabras para hechizarte, tú emplearás las tuyas para hechizarme a mí. Ser impecable con tus palabras significa utilizar tu energía correctamente, en la dirección de la verdad y del amor por ti mismo.

Si llegas a un acuerdo contigo para ser impecable con tus palabras, eso bastará para que la verdad se manifieste a través de ti y limpie todo el veneno emocional que hay en tu interior. Pero llegar a este acuerdo es difícil, porque hemos aprendido a hacer precisamente todo lo contrario. Hemos aprendido a hacer de la mentira un hábito al comunicarnos con los demás, y aún más importante, al hablar con nosotros mismos. No somos impecables con nuestras palabras. En el Infierno, el poder de las palabras se emplea de un modo totalmente erróneo. Las usamos para maldecir, para culpar, para reprochar, para destruir. También las utilizamos correctamente, por supuesto, pero no lo hacemos muy a menudo. Por lo general, empleamos las palabras para propagar nuestro veneno personal: para expresar rabia, celos, envidia y odio.

Considera las relaciones humanas diarias, e imagínate cuántas veces nos lanzamos hechizos los unos a los otros con nuestras palabras. Con el tiempo, esto se ha convertido en la peor forma de magia negra: son los chismes. Los chismes son magia negra de la peor clase, porque son puro veneno. Aprendimos a contar chismes por acuerdo. De niños, escuchábamos a los adultos que nos rodeaban chismorrear sin parar y expresar abiertamente su opinión sobre otras personas. Incluso opinaban sobre gente a la que no conocían. Mediante esas opiniones, transferían su veneno emocional, y nosotros aprendimos que esta era la manera normal de comunicarse. Contar chismes se ha convertido en la principal forma de comunicación en la sociedad humana. Es la manera que utilizamos para sentirnos cerca de otras personas, porque ver que alguien se siente tan mal como nosotros, nos hace sentir mejor. Hay una vieja expresión que dice: «A la miseria le gusta estar acompañada», y la gente que sufre en el Infierno no quiere estar sola.

El miedo y el sufrimiento son un aspecto importante del sueño del planeta; son la razón de que ese sueño nos continúe reprimiendo. Si hacemos una analogía y comparamos la mente humana con un ordenador, el chismorreo es comparable a un virus informático, que no es más que un programa escrito en el mismo lenguaje que los demás, pero con una intención dañina. Se introduce en el ordenador cuando menos te lo esperas, y en la mayoría de los casos, sin que siquiera te des cuenta. Una vez se ha introducido en él, tu ordenador no va demasiado bien o no funciona en absoluto, porque todo se lía y hay tal cantidad de mensajes contradictorios que resulta imposible obtener resultados satisfactorios. El chismorreo entre los seres humanos funciona de la misma manera. Por ejemplo, empiezas un curso con un nuevo profesor; es algo que esperabas desde hace mucho tiempo. El primer día te encuentras con alguien que anteriormente asistió a ese curso y te dice: «¡Ese profesor es un pedante y un pelmazo! No tiene ni idea, y además, es un pervertido, de modo que ve con cuidado». Las palabras de esa persona y las emociones que te transmitió cuando te hizo este comentario se te quedan inmediatamente grabadas; sin embargo, no eres consciente de qué motivos tenía para hacértelo. Quizás estaba enfadada por haber suspendido, o simplemente hacía suposiciones fundamentadas en el miedo y los prejuicios.

Pero dado que has aprendido a ingerir información como un niño, parte de ti cree el chisme. Y en la clase, mientras el profesor habla, sientes que el veneno aparece en tu interior y te resulta imposible comprender que lo ves a través de los ojos de la persona que te fue con el chisme. Entonces, empiezas a hablar de ello con los otros integrantes del curso, hasta que acaban por ver al profesor del mismo modo: como un pelmazo y un pervertido. Realmente no soportas estar ahí, y pronto decides dejar de ir. Culpas al profesor, pero el culpable es el chisme. Un pequeño virus informático es capaz de generar un lío de este tipo. Una mínima información errónea puede estropear la comunicación entre las personas e infectar a todos aquellos que toca, que a su vez contagian a más gente. Imagínate que cuando otras personas te cuentan chismes, introducen virus informáticos en tu mente que hacen que pienses cada vez con menor claridad. Después imagina que, en un esfuerzo por aclarar tu propia confusión y para aliviarte del veneno, tú también chismorreas y contagias estos virus a otras personas.

Ahora, imagínate que esta pauta prosigue en una cadena interminable entre todos los seres humanos de la Tierra. El resultado es un mundo lleno de personas que sólo pueden obtener información a través de circuitos que están obstruidos por un virus venenoso y contagioso. Una vez más, este virus es lo que los toltecas denominaron mitote, el caos de miles de voces distintas que intentan hablar al mismo tiempo en la mente. Aún peores son los magos negros o «piratas informáticos», que extienden el virus intencionadamente. Recuerda alguna ocasión en la que tú mismo (o alguien que conozcas) estabas furioso con otra persona y deseabas vengarte de ella. Para hacerlo, le dijiste algo con la intención de esparcir el veneno y conseguir que se sintiera mal consigo misma. De niños actuamos de este modo casi sin darnos cuenta, pero a medida que vamos creciendo, nuestros esfuerzos por desprestigiar a la gente son mucho más calculados. Entonces, nos mentimos a nosotros mismos y nos decimos que la persona en cuestión recibió un justo castigo por su maldad. Cuando contemplamos el mundo a través de un virus informático, resulta fácil justificar incluso el comportamiento más cruel. No somos conscientes de que el mal uso de nuestras palabras nos hace caer más profundamente en el Infierno.

Durante años, las palabras de los demás nos han transmitido chismes y nos han lanzado hechizos, pero lo mismo ha hecho la manera en que utilizamos las palabras con nosotros mismos. Nos hablamos constantemente, y la mayor parte del tiempo decimos cosas como: «estoy gordo», «soy feo», «me hago viejo», «me estoy quedando calvo», «soy estúpido», «nunca entiendo nada», «nunca seré lo suficientemente bueno», «nunca seré perfecto». ¿Ves de qué modo utilizamos las palabras contra nosotros mismos? Es necesario que empecemos a comprender lo que son las palabras y lo que hacen.

Si entiendes el Primer Acuerdo (Sé impecable con tus palabras), verás cuántos cambios ocurren en tu vida. En primer lugar, cambios en tu manera de tratarte y en tu forma de tratar a otras personas, especialmente aquellas a las que más quieres. Piensa en las innumerables veces que has explicado chismes sobre el ser que más amas para conseguir que otras personas apoyasen tu punto de vista. ¿Cuántas veces has captado la atención de otras personas y has esparcido veneno sobre un ser amado para hacer que tu opinión pareciese correcta? Tu opinión no es más que tu punto de vista, y no tiene por qué ser necesariamente verdad. Tu opinión proviene de tus creencias, de tu ego y de tu propio sueño. Creamos todo ese veneno y lo esparcimos entre otras personas sólo para sentir que nuestro punto de vista es correcto.

Si adoptamos el Primer Acuerdo y somos impecables con nuestras palabras, cualquier veneno emocional acabará por desaparecer de nuestra mente y dejaremos de transmitirlo en nuestras relaciones personales, incluso con nuestro perro o nuestro gato. La impecabilidad de tus palabras también te proporcionará inmunidad frente a cualquier persona que te lance un hechizo. Solamente recibirás una idea negativa si tu mente es un campo fértil para ella. Cuando eres impecable con tus palabras, tu mente deja de ser un campo fértil para las palabras que surgen de la magia negra, pero sí lo es para las que surgen del amor. Puedes medir la impecabilidad de tus palabras a partir de tu nivel de autoestima. La cantidad de amor que sientes por ti es directamente proporcional a la calidad e integridad de tus palabras. Cuando eres impecable con tus palabras, te sientes bien, eres feliz y estás en paz.

Ahora mismo estoy plantando una semilla en tu mente. Que crezca o no, dependerá de lo fértil que sea tu mente para recibir las semillas del amor. Tú decides si llegas o no a establecer este acuerdo contigo mismo: Soy impecable con mis palabras. Nutre esta semilla, y a medida que crezca en tu mente, generará más semillas de amor que reemplazarán a las del miedo. El Primer Acuerdo cambiará el tipo de semillas para las que tu mente resulta fértil. Se impecable con tus palabras.

Utiliza tus palabras apropiadamente. Empléalas para compartir tu amor. Usa la magia blanca empezando por ti. Dite a ti mismo que eres una persona maravillosa, fantástica. Dite cuánto te amas. Utiliza las palabras para romper todos esos pequeños acuerdos que te hacen sufrir. Es posible. Lo es porque yo mismo lo hice y no soy mejor que tú. Somos exactamente iguales. Tenemos el mismo tipo de cerebro, el mismo tipo de cuerpo; somos seres humanos. Si yo fui capaz de romper esos acuerdos y crear otros nuevos, también tú puedes hacerlo. Si yo soy impecable con mis palabras, ¿por qué no tú? Este acuerdo, por sí solo, es capaz de cambiar toda tu vida. La impecabilidad de tus palabras te llevará a la libertad personal, al éxito y a la abundancia; hará que el miedo desaparezca y lo transformará en amor y alegría. Imagínate lo que es posible crear sólo con la impecabilidad de las palabras. Trascenderás el sueño del miedo y llevarás una vida diferente. Podrás vivir en el Cielo en medio de miles de personas que viven en el Infierno, porque serás inmune a él. Alcanzarás el reino de los Cielos con este acuerdo: Sé impecable con tus palabras.

(Extracto del libro: Los Cuatro Acuerdos de Miguel Ruiz)

Enlace permanente Deja un comentario

Elije una puerta y entra…

enero 4, 2011 at 7:24 pm (Uncategorized)

LASPUERTAS (<– dale click acá)

Enlace permanente Deja un comentario

Daniel en el foso de los leones

enero 2, 2011 at 6:21 pm (Uncategorized)

«La historia de Daniel es la historia de todas las personas. Está escrito que Daniel, mientras estuvo encerrado en el foso de los leones, dio la espalda a las bestias hambrientas y, con la vista enfocada en la luz que entraba desde arriba, rezó al único Dios. Los leones, que habían sido privados de alimentación intencionadamente para el festín, fueron incapaces de hacer daño al profeta. La fe en Dios de Daniel era tan grande que finalmente propició su libertad y que le asignaran un alto cargo en el gobierno de su país. Esta historia fue escrita para que te instruyeras en el arte de liberarte de cualquier problema o prisión en el mundo.

 

Lo único que nos preocuparía a la mayoría de nosotros si nos encontráramos en el foso de los leones, serían los leones. No pensaríamos en ningún otro problema en el mundo entero, excepto el de los leones. Sin embargo, nos cuentan que  Daniel les dio la espalda y miró hacia la luz que era  Dios. Si pudiéramos seguir el ejemplo de Daniel al sentirnos amenazados por cualquier desastre, como, por ejemplo, los leones, la pobreza o la enfermedad; si, como Daniel, también nosotros pudiéramos llevar nuestra atención a la luz que es Dios, nuestras soluciones serían igual de simples.

 

Si, por ejemplo, te encarcelaran, nadie tendría que decirte que lo que deberías desear es la libertad. La libertad, o mejor dicho, el deseo de ser libre, sería automático. Lo mismo se aplicaría si te encontraras enfermo o endeudado o en cualquier otro apuro. Los leones representan las situaciones aparentemente sin solución, de una naturaleza amenazadora. Todo problema produce automáticamente su solución en la forma de un deseo de liberarnos del problema. Por lo tanto, dale la espalda a tu problema y centra tu atención en la solución deseada, sintiendo que ya eres aquello que deseas. Continúa con esa creencia y descubrirás que los muros de tu prisión desaparecen cuando empiezas a expresar aquello que ahora eres consciente de ser.

 

He visto a personas, aparentemente con grandes deudas, aplicar este principio, y en muy poco tiempo esas montañas habían desaparecido. También he visto aplicar este principio a personas a quienes los médicos habían diagnosticado una enfermedad incurable y, en un período de tiempo increíblemente corto, su enfermedad supuestamente incurable había desaparecido sin dejar rastro.

 

Debes ver tus deseos como las palabras pronunciadas por Dios, y cada palabra como una profecía de lo que puedes llegar a ser. No cuestiones si eres digno, o no, de que tus deseos se hagan realidad. Acéptalos cuando lleguen a ti. Agradécelos como si fueran regalos. Siéntete feliz y agradecido por haber recibido esos regalos maravillosos. Luego, sigue tu camino en paz.

 

Esta sencilla aceptación  de tus deseos es como dejar caer una semilla fértil en una tierra siempre preparada. Cuando dejas caer tu deseo en la consciencia como si fuera una semilla, seguro de que aparecerá en todo su potencial, has hecho todo lo que se espera de ti. Preocuparte o interesarte por la manera en que se despliega es mantener esas semillas fértiles agarradas mentalmente y, por lo tanto, impedir que maduren hasta la cosecha.

 

No estés angustiado o preocupado por los resultados. Los resultados llegarán con la misma seguridad con que el día sigue a la noche. Ten fe en esta siembra hasta que la evidencia se manifieste mostrándote que así es. Tu confianza en este procedimiento te dará grandes recompensas. Sólo esperarás un poco en la consciencia de la cosa deseada; luego, súbitamente, y cuando menos te lo esperes, la cosa sentida se convertirá en tu expresión.

 

La vida no hace diferencias entre las personas ni destruye nada; continúa manteniendo vivo aquello que la persona es consciente de ser. Las cosas desaparecerán únicamente cuando la persona cambie su consciencia. Por mucho que lo quieras negar, sigue siendo un hecho que la consciencia es la única realidad y que las cosas no son más que un reflejo de aquello que eres consciente de ser. El  estado celestial que buscas está únicamente en la consciencia, porque el Reino de los Cielos está dentro de ti.

 

Tu consciencia es la única realidad viva, la cabeza eterna de la creación. Aquello que eres consciente de ser es el cuerpo temporal que vistes. Alejar tu atención de lo que eres consciente de ser es decapitar al cuerpo, pero del mismo modo que un pollo o una serpiente continúa saltando y palpitando durante un rato después de que se la haya cortado la cabeza, también las cualidades y condiciones parecen vivir durante un tiempo después de que hayas retirado tu atención de ellas.

 

El hombre, al no conocer esta ley de la consciencia, piensa constantemente en sus condiciones habituales anteriores y, al prestarles atención, coloca sobre esos cuerpos muertos la cabeza eterna de la creación. De ese modo los reanima y los resucita. Debes dejar en paz a esos cuerpos muertos y dejar que los muertos entierren a los muertos. Una vez que la persona ha puesto la mano en el arado (es decir, cuando ha adoptado la consciencia de la cualidad deseada), si mira atrás lo único que conseguirá será frustrar su oportunidad de entrar en el Reino de los Cielos.

 

Puesto que la voluntad del Cielo siempre se hace en la Tierra, actualmente estás viviendo en el Cielo que has establecido dentro de ti, porque tu Cielo se revela en esta Tierra. El Reino de los Cielos realmente está cerca. Ahora es el momento aceptado, así que crea un nuevo Cielo, entra en un nuevo estado de consciencia y aparecerá una nueva Tierra.»

 

-Neville Goddar – La Fe es tu Fortuna-

Enlace permanente Deja un comentario